viernes, 14 de marzo de 2014

Barranco de los Negros/ Sacromonte. Granada


LA LEYENDA

Dice la leyenda que tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos fueron muchos los nobles árabes que emprendieron el camino del exilio hacia tierras africanas.
Llevaban en su corazón a la ciudad de sus padres y de sus abuelos, la que los vio nacer a ellos y a sus hijos, la ciudad a la que algún día esperaban volver.
Temerosos éstos de que en el trayecto hacia los puertos de Almería o Almuñécar donde se embarcaban, les robaran sus fortunas los salteadores de caminos,
"grupos de soldados renegados de los ejércitos cristianos" , escondieron grandes tesoros entre los olivos que un día poblaron este monte.
Acontecieron paralelamente a estos hechos, otros, en los que se les dio libertad a muchos esclavos de estas familias de nobles árabes,
pues les resultaba muy costoso realizar su peregrinaje con un gran séquito.
Muchos de estos esclavos, que eran de raza negra, conocedores de las idas y venidas de sus señores al monte de Valparaíso (que así se llamaba entonces),
de los miedos y pensamientos de éstos, escuchados en más de una conversación entre ellos, organizaban sus estratagemas.
Recuperada su libertad y sin oficio ni pertenencias, decidieron subir al monte y recuperar para sí los tesoros de los que antaño fueran sus señores.
Excavaron y excavaron en las laderas de este barranco sin éxito conocido, y extenuados por el esfuerzo y sin ningún otro lugar donde cobijarse,
lo hicieron en estos huecos, que posteriormente acondicionaron dando lugar a las cuevas donde hoy nos encontramos y que convirtieron en sus hogares.
De ahí proviene el nombre de Barranco de los Negros, al ser sus primeros moradores de esta raza.
Posteriormente, y ya mezclados con los moradores de raza gitana, realizaron más de un sortilegio en busca del lugar exacto donde estuvieran escondidos los tesoros.
Siendo conocidos los quehaceres misteriosos de alguna vieja hechicera "ferminibí" que hablando unas veces con el agua y otras con el fuego,
o mirando sin pestañear una palangana de agua, intentaba conseguir algunas pistas con las que hallar los tesoros perdidos,
de los que hoy no sabemos si fueron descubiertos por alguno de aquellos buscadores, que en secreto se los apropiaron,
o si siguen escondidos aquí en cualquier lugar muy cercano a nosotros.